Una sociedad
socialista abierta
El experimentalismo era otro rasgo
guía en el anarquismo de Malatesta que recibió plena expresión en su visión
gradualista. Las ideas anarquistas eran “el sistema experimental traído desde
el campo de la investigación al de la realización social.”[1]
Esto
tornó al método de la libertad en algo primordial.
Solo
al dejar florecer los experimentos sociales podían surgir las mejores
soluciones y ser reconocidas. La anarquía no era “la perfección” o un “ideal
absoluto”, sino “la vía abierta a todo progreso y a toda mejora para el
beneficio de todos.” En una perspectiva pluralista, como defendía Malatesta en
1889, las “utopías” y las soluciones específicas conciernen a los individuos y
a los grupos, en vez de a una doctrina anarquista compartida. En 1896 Malatesta
resumió su perspectiva de este modo sobre el asunto del colectivismo y el
comunismo, de donde se origina su pluralismo: “Soy comunista sólo con la
condición de que no tengo que serlo. Así es como considero al colectivismo como
una alternativa necesaria para asegurar el carácter libertartio del comunismo.”[2]
La experimentación social debía actuar de filtro, descartando soluciones
inviables y seleccionando las viables, lo cual podía no necesariamente
coincidir con la utopía específica de nadie, sino resultar en vez de su
interacción.
La
piedra angular del gradualismo anarquista era la noción del anarquismo como
método, otra idea que Malatesta expresó por vez primera en 1889 (“I nostri
propositi: I”), cuya relevancia es mejor apreciada en retrospectiva, a la luz
de su trayectoria posterior. El método anarquista no solo caracterizaba a la
acción anarquista en el presente, sino que se convertía en la sustancia de la
anarquía misma, la que ya no se identifica más con uno u otro plan, sino con la
sociedad donde la búsqueda de la mejor solución para los problemas sociales se
lleva a cabo mediante el método de la libertad. Como señala Peter Marshall,
"no solo los medios influyen a los fines, sino que los medios son fines en
desarrollo."
Brevemente,
el método de la libertad era tanto un método de lucha como la sustancia misma de
la anarquía. En esta perspectiva, la anarquía caracteriza a un proceso de toma
de decisiones, en vez de a un arreglo social específico, similarmente en la noción de democracia. En cada caso,
sería un error de categoría requerir una descripción detallada de sociedad, pues
la esencia de tales nociones es que la forma específica de una sociedad se le
deje a sus miembros.[3]
Había
una relación necesaria entre el gradualismo anarquista y el anarquismo como
método. Consistía en definir a la sociedad en términos de agregación de
disposiciones individuales. En esta perspectiva, la anarquía se reestructuraba
como una sociedad de anarquistas, es decir de individuos que sostienen
disposiciones anarquistas. Apuntar al bienestar de todos los seres humanos,
practicar el método de la libertad, y ser motivados por la solidaridad eran
todas posturas intencionales que podían ser afirmadas de individuos en vez de
sociedades enteras. La anarquía era una sociedad donde la solidaridad y el
método de la libertad eran generalizados. Pero, antes de alcanzar ese punto,
existía todo tipo de etapas intermedias, donde la solidaridad y el método de la
libertad estaban limitados a sectores de la sociedad, o incluso a minorías.
En
otras palabras, el giro metodológico — en el sentido dual de definir al
anarquismo como método y de entender la sociedad en términos metodológicos
individualistas — permitía una visión de la anarquía como un proceso gradual.
El anarquismo se volvió una de las fuerzas de cuya interacción resultaba la
dirección de la sociedad. Mientras más fuerte la fuerza anarquista, más la
sociedad se encaminaría hacia la anarquía.
La
amplitud teórica del anarquismo como método puede apreciarse al señalar
similitudes con teorías contemporáneas fuera de la tradición anarquista, como
la “sociedad abierta” de Karl Popper y el “marco para la utopía” de Robert
Nozick.
La
aproximación de Popper a la política abandona la labor positiva de determinar
"quién debe gobernar" por la negativa de idear instituciones
políticas que prevengan la tiranía. Para él, las teorías de la soberanía
recuerdan a la "paradoja de la libertad," pues la soberanía puede
siempre ser ejercida de modo contraproducente, por ejemplo en un pueblo que
escoge ser gobernado por un tirano. En constraste, Popper busca desarrollar una
teoría de control democrático que no proceda desde una doctrina de lo justo del
gobierno de la mayoría, sino desde la vileza de la tiranía. Aunque no se puede
nunca desarrollar instituciones infalibles, Popper considera que las elecciones
y la representación son salvaguardas razonables contra la tiranía,
"siempre abiertas al mejoramiento, e incluso proveen de métodos para su
propio mejoramiento."
Una
búsqueda auto-sustentable para lo viable en vez de para lo absolutamente mejor
además motiva la aproximación fragmentada de Popper a la ingeniería social,
pues la vida social, mantiene él, es demasiado compleja para que alguien juzgue
un anteproyecto para la ingeniería social a gran escala. Desde su aproximación
consistente en experimentos, reajustes, y disposición a aprender de los
errores, argumenta Popper, la ingeniería social fragmentada implicaría la
introducción del método científico a la política.[4]
Nozick
está de igual modo interesado en tales principios del diseño institucional en
los que “los malos hombres a la cabeza puedan hacer poco daño.” Discute el
estado mínimo desde la perspectiva de la teoría utópica. Para Nozick, “no habrá
un tipo de comunidad existente y un
tipo de vida conducida en la utopía.” En vez, “la utopía consistirá de utopías,
de muchas comunidades diferentes y diverfentes en las que las personas lleven
distintos tipos de vidas bajo distintas instituciones.” Así, la utopía se
vuelve “un marco para las utopías, un lugar donde las personas están en
libertad de unirse voluntariamente para buscar e intentar realizar su propia
visión de la buena vida en la comunidad ideal pero donde nadie puede imponer su propia visión utópica a los
demás.” Para Nozick, la utopía como meta-utopía, como el ambiente donde se
pueden intentar experimentos, y que deben ser realizados antes si es que
visiones utópicas más particulares han de realizarse con estabilidad, es
equivalente al estado mínimo. En este marco, la mejor sociedad se busca a
través de una combinación de “mecanismos de diseño” y “mecanismos de filtro.”
Los
modelos específicos de comunidad son generados y promovidos por los individuos
y grupos, mientras que el apoyo, o falta de éste, a tales propuestas funciona
como un proceso de filtro.[5]
Hay
claras cosas en común entre estos dos modelos y el gradualismo de Malatesta:
hay una desconfianza básica en el poder como medio para alcanzar fines
positivos; no se provee de ninguna descripción de las mejores instituciones; se
describe un método que hace posible un proceso abierto de mejoría, dejando su
cumplimiento a la responsabilidad e iniciativas agregadas de los individuos; y
el proceso es experimental, sobre el supuesto de que la complejidad y
diversidad de la sociedad hace imposible perseguir colectivamente e
intencionalmente un anteproyecto a priori.
En particular, la preocupación de Popper de hacer auto-sustentable al método de
libertad y evitar las paradojas de la libertad y la soberanía es también la
preocupación de los anarquistas, para quienes aquellas paradojas eran la
sustancia misma de toda sociedad donde las personas enajenan su libertad hacia
un gobierno. Así como expusieron la naturaleza opresora del gobierno,
enfatizaron que su pilar principal era la sumisión de las personas, la
“servidumbre voluntaria” de Etienne de La Boetie.[6]
Dicha afinidad entre Popper y el anarquismo se confirma en una entrevista de
1982 en la que expresa simpatía con el anarquismo, al que desestimó en The Open Society. Es, dice, un ideal
irrealizable, pero mientras más cerca podamos ir a él, mejor es la libertad.[7]
A
su vez, Nozick pone énfasis en el rol fundamental de la utopía como motivación
individual y colectiva, en un marco que no es utópico sino pluralísticamente
abierto a todas las utopías, en tanto no pongan en peligro al marco mismo.
Claramente, hay diferencias fundamentales que separan a Malatesta de Popper y
Nozick. Sin embargo, éstas no son tanto sobre la dinámica del marco, que tiene
asombrosas similitudes, sino sobre las condiciones que hacen su funcionamiento
posible, las que son más rigurosas para Malatesta. Describió tales diferencias
en La Anarquía, donde definió al
liberalismo como “un tipo de anarquía sin socialismo.” Para él, el método
liberal “se basa en la libre empresa individual y proclama, si no la abolición,
al menos la reducción de las funciones gubernamentales a un mínimo absoluto;
pero dado que respeta la propiedad privada y está completamente basado en el
principio de cada cual para sí mismo y por ende de la competencia entre las
personas, la libertad que patrocina es para los fuertes.” Lejos de producir
armonía, este método conduce a la explotación y la dominación. En resumen, para
Malatesta, el método de libertad compartido por Popper y Nozick no es
auto-sustentable sin la solidaridad.[8]
Las
referencias de Malatesta al socialismo y la solidaridad esclarecen que
reestructurar la anarquía como un proceso de toma de decisiones no significa
tornarla en una noción vacía y formalista. Vale la pena recordar la definición
de anarquía de Malatesta como el tener condiciones de igualdad como punto de
partida, la solidaridad como su faro, y la libertad como su método.[9]
Aunque la definición no da descripción alguna de una sociedad anarquista, ésta
estaba lejos de ser vacía. De hecho, traza una línea incluso dentro del
anarquismo. El punto de partida en la búsqueda del bienestar de todos era la
igualdad de condiciones, provista por la abolición de la propiedad privada de
los medios de producción. Malatesta así reafirma una noción socialista y
sustancial de la igualdad basada en la satisfacción de las necesidades
materiales, en contraste con la noción formal de la democracia liberal. Pero el
socialismo era sólo un punto de partida. Hay distintos caminos abiertos y
diversas soluciones podrían intentarse, mientras su motivación fuese la
solidaridad. Esta afirmación aparentemente obvia era crucial. En contraste con
la tradición Marxista, Malatesta afirmaba a las disposiciones humanas como la
esencia de la sociedad socialista. Al mismo tiempo, en contraste con la
tradición liberal, afirmaba que el bien común podía solamente alcanzarse
apuntando intencionalmente a él. Finalmente, en contraste con las versiones
egoístas del anarquismo, él mantenía que no podría haber anarquía sin
solidaridad.
[1] Ver capítulo 8, nota 18.
[2] Malatesta a Hamon, Londres, 20 de Julio de
1896, Hamon Papers, file no. 109, IISG.
[3] Ver capítulo 4, nota 7; Marshall, 637.
[4] Karl R. Popper, The Open Society and Its Enemies. Volume 1: The Spell ofPlalo, 5th rev. ed. (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1966;
reprint, 1971), 120-5, 158-9, 163.
[6] Etienne de La Boetie, The Politics o/Obedience: The
Discourse of Voluntary Servitude, 2d ed. rev. (Montreal: Black Rose Books, 1997).
[7] Malachi Haim Hacohen, Karl Popper. The Formative
Years, 1902-1945: Politics and Philosophy in Interwar Vienna (Cambridge
University Press, 2000; reprint, 2002), 505, n. 210.