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La Primera
Internacional:
una herencia
duradera
Es irónico que el nacimiento del movimiento que menos se asocia
con la organización y la oficialidad pueda rastrearse hasta una fecha y evento
específico — un congreso, por lo demás. Sin embargo el anarquismo como
movimiento data del Congreso de St. Imier del 15–16 de septiembre de 1872,
donde la rama federalista de la Primera Internacional estableció sus principios
constitutivos, en abierto contraste con los de la rama marxista.
Hacer sentido del anarquismo
comienza con una reflexión sobre aquellos orígenes, pues esto nos invita a
revaluar el anarquismo en términos positivos, no sólo como un rechazo genérico
al gobierno, sino como una rama antiautoritaria del socialismo. Hasta que la
separación con los marxistas requirió de distinciones, los anarquistas en la
Primera Internacional se llamaban a sí mismos simplemente ‘socialistas’.
Aquel primer núcleo del
movimiento anarquista incluía a un joven estudiante de Italia, Errico
Malatesta. Seguiría siendo protagonista de aquel movimiento por los siguientes
60 años.
La temprana experiencia de
la Primera Internacional se imprimió por siempre en el anarquismo de Malatesta.
Su pensamiento y acción estuvieron constantemente informados por aquella
dependencia fundamental en los trabajadores, en la acción colectiva, y en la
organización que eran denominador común de los socialistas de todas las ramas.
Sin embargo, su anarquismo se caracterizaba además por otro conjunto de temas
clave que pueden ser igualmente rastreados hasta aquellos años, pero que específicamente
apuntalaron los argumentos anarquistas en sus controversias con los marxistas.
Aquellos temas, que son mejor apreciados en contraste con sus contrapartes en
el discurso marxista, delinean el contorno del anarquismo de Malatesta como filosofía
política distintiva. Son el lugar adecuado desde donde ha de comenzar una
evaluación de la congruencia teórica de las ideas de Malatesta.
Sigue con:
Temas anarquistas distintivos
Epílogo: el proyecto anarquista